Un sencillo anillo de alabastro retroiluminado prolonga con cuatro sombras los brazos de la cruz griega que cierra el Sagrario, ocultando una estructura y mecanismos de acero inoxidable.
Se presenta como un anillo de luz Viva, cambiante. Su capacidad de adaptar una combinación infinita de luminosidad, tono y color le permite adaptarse al momento del calendario litúrgico y gracias a las imperfecciones del alabastro dibujar un materialidad aparentemente también viva. La posición del Sagrario en los templos católicos es una cuestión clave en la Liturgia, y su discusión arrastra pasiones por su carácter angular de expresión y ayuda para situarse en el mundo y en la vida ante el gran Misterio.